¿El futuro de gran parte de la producción agrícola puede depender de un pequeño insecto? Lamentablemente, la respuesta es sí, porque con el fenómeno reciente que está causando la desaparición de un gran número de abejas corremos el riesgo de sufrir recaídas muy graves en la agricultura.
La producción de la mayoría de los alimentos que llega a nuestras mesas podría entrar en crisis. Manzanas, nueces, almendras, frutos rojos, tomates, pepinos pero también café y chocolate: estos son algunos de los cultivos que estarían amenazados por la desaparición de estos insectos laboriosos.
Nuestras costumbres alimentarias se verían completamente afectadas. De hecho, según los datos de la FAO el 35% de la producción agrícola depende de los polinizadores que, con su actividad, permiten la reproducción de las plantas, aumentando la producción de 87 entre los principales cultivos alimentarios, además de numerosas plantas de uso medicinal. Sin contar la miel, el propóleo y la cera.
Aproximadamente los 2/3 de las plantas cultivadas en el mundo dependen de la polinización de insectos u otros animales (como algunos tipos de pájaros y los murciélagos). Sin embargo, no es solo una cuestión de cantidad: de hecho, el fenómeno de la polinización nos asegura mayor variedad y mejor calidad de los cultivos y, por consiguiente, mejores propiedades nutritivas.
En los últimos años las abejas han comenzado a disminuir a un ritmo preocupante, a tal punto que se teme el peligro de extinción. Los motivos son diversos, y conciernen a los cambios climáticos, al uso de pesticidas y a la prevalencia de monocultivos.
Para hacer frente a esta situación, las grandes instituciones mundiales y diferentes movimientos de ciudadanos han comenzado a movilizarse. Las soluciones son muchas, pero el objetivo común es adoptar estrategias para la salvaguardia de las abejas. Entre los organismos internacionales, la Comisión Europea prohibió el uso de tres neonicotinoides a partir de 2018, mientras que los Estados Unidos han creado un equipo de trabajo para estudiar el problema.
Pero las iniciativas son numerosas. Una solución posible que nos puede involucrar a todos, aunque parezca inimaginable, podría ser llevar las abejas a las ciudades. De hecho, a pesar de la contaminación, el ambiente urbano puede ser más adecuado para los polinizadores ya que tanto en los jardines como en los parques públicos está prohibido el uso de pesticidas.
Más allá de los grandes espacios verdes, los tejados y los balcones privados también pueden desempeñar un papel fundamental, con la condición de que tengan flores de colores y nutrientes, capaces de atraer a estos valiosos insectos.
Con una larga tradición a nuestras espaldas, en Landini siempre hemos estado al lado de aquellos que aman la tierra y deben enfrentarse a los nuevos retos que plantea la agricultura.
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