La trazabilidad en el sector agroalimentario es sinónimo de ver y de conocer: la posibilidad de volver sobre las diferentes fases de producción para lograr conocer el paso a paso en la elaboración de un producto. Una trazabilidad bien realizada permite al consumidor conocer, por ejemplo, el proceso que ha seguido el vino hasta llegar a su copa y, de este modo, disponer de información veraz sobre el producto que está consumiendo.
La trazabilidad también es visión, sobre todo para los propios productores. Gracias a una trazabilidad bien realizada pueden analizar en su conjunto cuáles han sido los procesos seguidos para la elaboración del vino, potenciando los puntos positivos y tratando de actuar sobre los negativos. Para esto es necesario contar con información organizada que se va generando y encadenando durante cada etapa del proceso.
Cuando pensamos en trazabilidad no podemos quedarnos únicamente en un solo proceso: tenemos que pensar en un sistema global que reúne un conjunto de herramientas y acciones para este fin. En este punto, las nuevas tecnologías se erigen como un gran aliado.
A la hora de realizar la trazabilidad en una explotación agrícola es necesario, en primer lugar, documentar cada una de las acciones llevadas a cabo sobre el cultivo, lo cual será la base de todo el proceso. Es necesario que quede registrada cada actuación que llevamos a cabo sobre el producto y, para realizar esta documentación, hay que establecer previamente cuáles son los datos a recopilar con el fin de que la información sea completa y de calidad.
Al organizar y gestionar toda la información recogida es imprescindible contar con un software que permita la gestión de todos los datos, algo fundamental no solo para la trazabilidad de un producto, sino también para el análisis de los puntos críticos del proceso. Aquí es necesario retroalimentar al sistema, corrigiendo aquellos aspectos (tanto en recolección de los datos como en su posterior análisis) en los que los resultados no sean satisfactorios.
En el caso de la viticultura, para realizar una correcta trazabilidad hay que iniciar el proceso durante la preparación de los viñedos, desde la plantación hasta el control de espacio o la selección de los terrenos. En la vendimia hay que tener en cuenta la calidad de la uva, con su recepción y pesaje. Ya en bodega, es necesario constatar los procesos de vinificación realizados, el monitoreo de barricas o el trasiego, hasta llegar al embotellado. Más allá de la bodega, una buena trazabilidad también debe incluir un registro de proveedores y canales de comercialización de cada uno de los lotes, así como llevar a cabo los pertinentes controles de inventario.
Auditar de forma externa los procesos de trazabilidad es una muy buena medida para poder detectar los puntos de mejora e implementar nuevas estrategias.
La trazabilidad y la gestión de todos los procesos de vinificación son imprescindibles en el caso concreto del vino ecológico, un tipo de producto en auge en los últimos años. Estas prácticas tienen que permitir, además de poder realizar un seguimiento del producto, llevar a cabo la certificación que confirma que todo el proceso de elaboración se ha realizado conforme a la normativa de productos ecológicos.
Las principales características que deben considerarse a la hora de elaborar un vino ecológico pasan, como punto destacado, pero no único, por el uso de uva procedente de un cultivo ecológico. También tienen que llevarse a cabo técnicas respetuosas con la materia prima y con el medio ambiente. Como, por ejemplo, el empleo de materias primas o aditivos de origen ecológico o natural, respetando la restricción o prohibición del uso de técnicas y aditivos poco respetuosos con la materia prima o el medio ambiente, que planteen controversia o que puedan inducir a error sobre la verdadera naturaleza del producto. Todos estos aspectos se desarrollan en el Reglamento de Ejecución (UE) nº 203/2012
Es importante distinguir entre vino natural y ecológico. En los vinos naturales sus prácticas no están reguladas y son aquellos para cuya elaboración se emplean procesos manuales de mínima manipulación y sin uso de aditivos. Como ya se ha mencionado, un vino ecológico se produce de forma sostenible excluyendo el uso de aditivos de síntesis u organismos genéticamente modificados, pero sin renunciar obligatoriamente a la tecnología o al uso de aditivos de origen natural.
La autorización del vino ecológico como producto certificado es llevada a cabo por una agencia u organismo de control autorizado. Estos certifican que, desde que una bodega inicia la conversión, así como el resto de todos los años siguientes, se cumplen las condiciones estrictas de producción, transformación, transporte y almacenamiento.
Estas exigencias son de obligado cumplimiento para todos los operadores que opten por este tipo de producciones y quieran hacer uso de la marca “Agricultura Ecológica”.
Los organismos de control deben ser acreditados por entidades que validen su función, en base a la normativa europea, con el objeto de asegurar independencia, transparencia, eficiencia y confidencialidad en sus procedimientos.
Hay que puntualizar que un vino elaborado sólo a partir de uvas ecológicas no podrá llevar el logo europeo y considerarse ecológico si no cumple el resto de los requisitos.
Para producir un vino ecológico no solo es necesario que la producción de la uva se lleve a cabo mediante agricultura ecológica, también es importante considerar otros aspectos como el cuidado del medio ambiente. En este aspecto, la maquinaria cumple un papel fundamental y, en concreto, la nueva tecnología Full Hybrid de la gama REX4 de Landini se erige como la opción ideal para garantizar el éxito del proceso de producción.
El diseño del nuevo tractor REX4 Full Hybrid ha supuesto el desarrollo de una serie de tecnologías y sistemas innovadores con el objetivo de optimizar la mecánica, la recuperación energética y la gestión de potencia en los distintos dispositivos eléctricos, reduciendo de esta manera las emisiones de CO2, en línea con una bodega ecológica.
El proyecto Full Hybrid, capaz de entregar una potencia total de 80 kW, se caracteriza por la combinación de un motor endotérmico diésel de 55 kW con un motor eléctrico Booster de imanes permanentes, con una potencia de hasta 50 kW.
Aún en fase de prototipo, el REX4 Full Hybrid representa un paso fundamental en el desarrollo de las tecnologías de electrificación destinadas a asumir un peso cada vez más importante en el mercado del futuro, en línea con el proceso en curso llevado a cabo en el ámbito automovilístico.
Lo que ya es una realidad es la nueva APP My Landini, presentada recientemente y cuyas características son aplicables a todos los tractores de la marca. My Landini ofrece todos los servicios digitales necesarios en el campo. Con ella el usuario puede gestionar todas las tecnologías disponibles, así como las que se adoptarán en los tractores en un futuro próximo. El objetivo que se persigue es el de simplificar el trabajo del operador, reduciendo costes y aumentando la eficiencia del trabajo.
Entre las funciones que incluyen se encuentra Landini Farm, que permite llevar a cabo toda la gestión agronómica de la explotación. Se trata de un apoyo imprescindible para realizar una correcta trazabilidad en la fase del cultivo. Los datos recogidos por tractor e implemento pueden emplearse para documentar los pasos llevados a cabo y también para completar el cuaderno de campo digital, cuya puesta en marcha será obligatoria próximamente.
Todo ello hace de Landini el aliado perfecto para una gestión integral y eficiente de todo tipo de viñedos, sea cual sea el tipo de producción.